Hola, Académico:
Esta entrada es la típica que he estado intentando evitar mucho tiempo.
Por más que me la explicaban en el colegio, por más que oía a la profesora decir:
-Y ¿cómo sabemos si es complemento directo (C.O.D)? Eso es. Pasándolo a pasiva.
Por más que asentíamos, todos sabíamos que no nos había quedado claro y que uno no vive sus días pasando las frases de activa a pasiva.
Pasé como buena madrileña mi etapa de ‘laísta’ cuyo máximo ejemplo es el ‘la dije‘.
Un año me propuse cambiar el ‘la’ por el ‘le‘ y entonces pasé por la también típica fase: ‘sustituyo-todo-la-por-le’. A lo que le siguió un caos total y absoluto de sinsentidos.
Cuando el otro día a raíz del virus del Ébola te referiste al perro Excálibur y utilizaste un ‘le’ en vez de un ‘lo‘, se disparó la alarma y vi que era ahora o nunca. Sí, ahora ha llegado.
Hay que volver a la clase de la E.S.O. en la que llegábamos a la lección horrible del laísmo, leísmo y loísmo.
Te imploro Académico. Te imploro. Demuéstranos que esto se puede tratar de una manera sencilla y clara. Dinos algún truco. Lo que sea. Resuélvenos el misterio de cómo saber cuándo se utiliza cuál y si gustas repásanos el porqué del laísmo en Madrid o del leísmo en Valencia.
Gracias Académico,
Carmencita
Pingback: Respuesta a: La, le, li, lo, lu… ¡No-me-aclaro! | Gramática para Carmencita
Faltan comas en este texto: «Cuando el otro día, a raíz del virus del Ébola, te referiste al perro…»; «Te imploro, académico» y «Gracias, académico» por ser «académico» un vocativo.