Respuesta a Las cosas por su nombre

Pregunta

Hola, Carmencita:

El tema de los eufemismos es una cuestión peliaguda. Por suerte, yo tengo una opinión bastante clara al respecto: no hay que abusar de ellos. Siempre he pensado que en muchos casos los eufemismos no son más que un claro reflejo del respeto mal entendido que impera en nuestra sociedad, o, quizá, del intento de algunos de encubrir su desprecio o, al menos, su resquemor ante lo distinto.

Me explico. Los eufemismos, como su propio nombre indica (en griego eu es ‘bueno, bien’, como en eutanasia ‘buena muerte’, y femi es ‘hablar’), son una manera de hablar bien. Pero, si bien es cierto que en determinados casos como hablar de la muerte delante de un niño se puede recurrir a eufemismos y usar, por ejemplo, descansar en vez de morir, en otros el eufemismo es innecesario y no hace sino crear un innecesario trato especial hacia determinadas entidades a las que da la sensación que no se las puede llamar por su propio nombre. Hablo de muchos de los casos que tú mencionas como persona de color o tercera edad. No tiene sentido que palabras como negro o viejo se entiendan como ofensivas. Lo que se consigue al usar un eufemismo es dar la sensación de que ser negro o viejo es algo malo, algo a lo que no se puede llamar con su nombre, asemejando así a los viejos y a los negros a los seres cuyo nombre se consideraba una blasfemia (literalmente algo así como ‘habla ofensiva’) pronunciar.

No es lo mismo que ocurre en casos como maricón, por ejemplo. ¿Cuál es la diferencia? Entre otras cosas su origen. Mientras que maricón se creó ya como un insulto (como diminutivo despectivo de María, aplicado a hombres), negro es un término meramente descriptivo (quizá no del todo acertado, como tampoco puede serlo blanco) y viejo es un diminutivo cariñoso del latín vetus ‘viejo’.

Así, por mucho que haya hablantes que utilicen estos términos de manera insultante, estamos el resto de hablantes para contrarrestar este uso empleando estos términos de manera normal. Si cedemos, lo que haremos es dar la razón a los que insultan, asumiendo que el nombre normal de estas personas denota alguna tara que tienen, lo que convierte al término en un insulto. Es como si a alguien le da por insultarnos a los españoles llamándonos españoles. Posiblemente tengamos algunos defectos por los que se nos pueda insultar por el mero hecho de ser españoles, pero la palabra solo se convertirá en un insulto si la aceptamos como tal o nos ofendemos al oírla y, sobre todo, si asumiendo esto, buscamos un eufemismo que la sustituya.

Pero incluso en el caso de que asumiéramos que las palabras se pueden cargar naturalmente de rasgos semánticos negativos y que hay palabras que de verdad se han convertido en insultos, para las que, por tanto, es preciso usar un eufemismo —no hay que olvidar que los hispanohablantes hemos sido capaces de hacer hasta que la forma de tratamiento vos se convirtiera en insultante y agresiva—, creo que se podría buscar alguno mejor que hombre de color o tercera edad. O mejor que discapacitados auditivos, donde se indica innecesariamente que la sordera es una discapacidad, siendo, pues, más bien un disfemismo que un eufemismo. Con lo bonita que es la palabra sordo, del latín surdus, en su origen usada para referirse a los sonidos confusos y luego a los que lo escuchan todo así (con posible relación con absurdo, sí, pero también con susurro). Estoy seguro de que se pueden encontrar eufemismos mejores.

Como siempre, creo que inventos forzados de este tipo en la lengua, igual que en el caso el desdoblamiento de queridos y queridas amigos y amigas, lo que consiguen es hacer más incómoda la lengua, con fórmulas innecesarias y, en casos como este, encima cargar los nombres de determinadas personas y asuntos con discapacidades y aspectos negativos en los que muchos ni habíamos reparado o que en la mayoría de los casos ni nos parecen negativos. Que hay personas distintas y que cada uno tiene sus defectos está claro, pero no lo está que por ello unos sean peores que otros, como al final la necesidad de que para algunos haya que usar eufemismos parece sugerir. No se puede querer usar un eufemismo para viejo de la misma manera que se usa caca para no usar mierda (palabra que ya desde su origen protoindoeuropeo estaba relacionada con su hedor) porque no tiene nada que ver una cosa con la otra.

En definitiva, no quiero decir, como espero que se vea, que haya que acabar con los eufemismos, pues hay muchos muy buenos, como córcholis, diantre, carape, caramba, concho, gilipichis, pasar a mejor vida, pito o pipí, pero sí que hay que usar eufemismos solo con aquello que lo requiera, y a todo lo demás llamarlo por su nombre sin miedo, Carmencita; que, si seguimos así, al final va a haber que buscar un eufemismo para la propia palabra eufemismo o incluso para referirse a los no eufemistas por lo malvados que a veces nos hacen parecer.

Y es que encima, después de todo, lo importante no es tanto cómo llamar a las cosas, sino cómo tratarlas. El respeto bien entendido no repara en términos, sino en acciones («Obras son amores y no buenas razones») y el continuo afán de remarcar las distinciones no ayuda en absoluto a meternos de una vez en la cabeza que el ser distintos no quiere decir que unos seamos peores que otros.

Para terminar, te dejo, Carmencita, una parte de mi segunda novela, en la que se ve que a veces ni un eufemismo basta para poder hablar de determinadas cosas:

—Ja, ja —saltó Mamut— pero ¿por qué decís pene?
—Je, je. Somos muy educados. Es como cuando a mí me salió un bulto ahí y se lo tenía que contar a mi madre y no sabía qué palabra utilizar, porque unas sonaban muy fuertes y otras, como pene, sonaban demasiado forzadas.
—Ja, ja. ¿Y cuál usaste al final?
—Creo que picha.
—Ja, ja, ja.

Como siempre, si tú o alguien, Carmencita, tenéis dudas, críticas o preguntas, comentad sin reparo, que en temas como este seguro que hay cuestiones que no habrán quedado claras ni habrán sido del gusto de todos. Y eso que no me he metido con los eufemismos que lo que hacen es ocultar algún aspecto de la realidad, como limpieza étnica por genocidio y otros que nos ponían en comentario, los cuales más que eufemismos son criptofemismos.

Un abrazo a todos,

El Académico

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Semana 3 de #gramatuits de 2016

Capicúas o palíndromos

Hola, Académico:

A raíz de una foto que me ha mandado mi compañera Paula (gracias Paula porque siempre estás pensando en qué enviarme) ha salido a la palestra un tema totalmente nuevo para mí.

Ingenua de mí, e ignorante también, los he llamado capicúas, cuando resulta que ya tenían nombre y ¡menudo nombre!

Al enseñar en la oficina esta imagen, otra compañera, Lara, me ha dicho: «eso es un palíndromo».

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Yo me he quedado alucinada y fascinada.

Y ahora, indagando, he visto que hay gente que los colecciona y ¡hay hasta concursos!

Académico, ¿qué sabes de esto?

Gracias como siempre,

 

Carmencita

¿Cusco, el Perú y cebiche?

Hoy Carmencita estrena nueva sección: los gramavídeos. Para eso, nos envía un precioso vídeo desde un lugar insuperable, Machu Picchu, con tres jugosas preguntas:

1. ¿Cómo se dice: Cusco o Cuzco?

Respuesta breve: Las dos están aceptadas, aunque la más usada es la segunda.

Efectivamente, aunque Cusco es el nombre oficial, fuera de la zona, lo más usual es encontrar Cuzco. Aun así, las dos formas están aceptadas. En cambio, aunque en el DPD se admite cuzqueño y cusqueño, veo que ni en el anterior ni en el nuevo Diccionario se recoge cusqueño. Preguntaré por qué.

Ahora bien, ¿de dónde viene la doble posibilidad Cuzco-Cusco? En zonas seseantes, es decir, aquellas en las que se pronuncia el sonido interdental de la z como una s, la gente tiene los mismos problemas con la ortografía que en España tenemos con la b y la v. Por eso, no es raro encontrar consejos o apuntes ortográficos como el siguiente en sitios como Instagram:

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Cuando llegó al español el nombre de la ciudad que en quechua se llamaba algo así como Qusqu, la gente dudó si escribirlo con z o s. De ahí que en textos del siglo XVI se puedan encontrar las dos variantes (incluso en un mismo autor). Antiguamente había muchos más casos de Cuzco (cronistas como Bartolomé de las Casas o Fernández de Oviedo se encargaron de subir el número de ejemplos). Ahora veo, por ejemplo, que en el CREA hay más o menos el mismo número de casos (512 casos de Cuzco en 127 documentos  y 401 casos de Cusco en 161 documentos), claro que de estos últimos 376 son de obras peruanas. Y en el CORPES hay 327 casos de Cuzco en 123 documentos frente a 402 casos de Cusco en 240 documentos, es decir, más, aunque de ellos 315 son de Perú y solo 5 de España.

Para entender el seseo y por qué se usó la z para transcribir la s del quechua, hay que tener en cuenta que en aquella época la z aún no representaba (o, al menos, no de manera general) nuestro sonido de la z actual, sino algo como ds.

La confusión ha llegado hasta hoy. Se quejaba Lázaro Carreter en El dardo en la palabra de que apellidos de futbolistas como Valdez n_valencia_historicos-40914y Ozorio se pronunciaran tal cual y no [Valdés] y [Osório] con s. La escritura con z de apellidos como Valdés podría explicarse por ultracorrección (de la que ya hablaré). Aquí la ultracorrección nacería a partir de un intento de no caer en el error de confudir la s y la z. De esta manera, considerando un error escribir Valdés con s porque no se ajustaría al modelo de otros apellidos como Fernández, que sí que se escriben con z, se ultracorregiría y se escribiría Valdez. Entendiendo que es un caso de ultracorrección del que lo ha escrito, el que lo lee no debe caer en el error y debe pronunciarlo con s, que es como en teoría lo pronuncia incluso el que lo escribe así.

Lo mismo pasa con el apellido de Hugo Chávez. Este apellido procede del portugués Chaves (que significa ‘llaves’), es decir, como el del exministro Manuel Chaves. Por tanto, si hacemos caso al ex director de la RAE, aunque se escriba Hugo Chávez, habría que pronunciarlo con s. No obstante, en este caso, curiosamente ni sus más allegados lo pronuncian así. En el siguiente vídeo, hacia el segundo 50, se puede escuchar unas cuantas veces pronunciado como z:

La confusión llega hasta las calles de Madrid. Hay una calle perpendicular a Arturo Soria cuyo nombre se puede ver escrito de las dos formas:

No he encontrado quién era el tal Eladio (si alguien lo sabe que nos lo cuente, por favor), pero sí que su apellido procede de la localidad de Jaén llamada Vilches. El nombre de esta parece que procede de la expresión latina in vilicis ‘en la villa’. Nuevamente nos encontramos ante una ultracorregida z, que muestra el afán de asemejar el apellido a otros terminados en -ez (terminación de la que también hablaré).

Lo mismo que hemos visto con Cuzco se puede aplicar a Nazca.

2. ¿Vengo del Perú o Vengo de Perú?

Esto es algo que me sorprendió cuando trabajé en la Gramática. Desde algunos países americanos pidieron expresamente que se nombrara a su país con el artículo delante, que es como frecuentemente se nombra a estos países en América. Uno de aquellos países fue precisamente Perú, que (salvo en el Prólogo) en la Gramática pasó a denominarse el Perú. Otros países fueron Argentina, Ecuador, Uruguay y Paraguay, que se denominan en esta obra la Argentina, el Ecuador, el Uruguay y el Paraguay.

eluruguay

Para liar más la cosa, una hablante ecuatoriana me asegura que ella diría Voy al Ecuador, con artículo, pero Vengo de Ecuador, sin artículo, siempre referido al nombre del país. A saber.

¡Ojo! En estos casos el artículo no forma parte del nombre oficial y no se escribe con mayúscula (el Perú), como sí ocurre en el caso de El Salvador.

3. ¿Cebiche o ceviche?

Esta pregunta también nos la hicieron desde el blog de crítica gastronómica Gourmeteo, en el que han optado por ceviche. (¡Muchas gracias por la mención!)

gourmeteo

¿Cómo es en verdad? La Ortografía de la RAE recomienda cebiche mejor que ceviche, aunque considera correctas ambas y las recoge en su Diccionario.

También existen y se aceptan las variantes sebiche y seviche, que son justo ejemplos que muestran la confusión de s y z de la que hemos hablado antes. Aquí también se prefiere sebiche a seviche.

Supongo que se prefieren las formas con b porque se acercan más a la etimología, bien sigamos la versión peruana de que cebichela palabra procede de cebo, o bien la de la RAE de que la palabra tiene el mismo origen que escabeche y procede del árabe sikbāǧ (con la que se denominaba al método de conservar carne en vinagre), aduciendo que a veces se usaba escabechar para referirse a una cocción del pescado en naranja agria.

Por lo tanto, para Gourmeteo: Podéis dejar la forma con v, que no está mal. Con más razón si queréis mantener la manera de escribirlo del sitio del que habláis (eso sí, CEVICHERÍA, a pesar de estar en mayúsculas, debería llevar tilde):

cevicheria-clandestina-

Y esto es todo. Quedo a la espera, Carmencita, de más preguntas desde lugares exóticos.

Bueno, antes de acabar me gustaría aportar un escalofriante dato. El nombre de Machu Picchu procede de machu, que significa ‘hombre viejo’, y pikchu , que significa ‘pico o montaña’. No sé a vosotros, pero a mí que machu (parecido a macho) se use para hombre viejo y pikchu (parecido a pico o a peak en inglés) se use para montaña me parece, cuando menos, inquietante. ¿Cuándo llegaron los europeos a América?

El Académico

Se nos cayeron la baca y la vaca

El clásico problema de cuando tenemos una vaca y una baca en un coche y se nos caen. ¿Cómo lo diríamos?

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El mismo problema hubo en la selección española de fútbol cuando estaban Xavi Hernández y Xabi Alonso. El seleccionador alineaba a los dos ¿Xa(b/v)is? Los dos nombres son distintos, por lo que habría que decir que alineó a Xabi y a Xavi. En este caso ni siquiera se pronuncian igual.

http://elpais.com/elpais/2013/08/14/opinion/1376502399_904895.html