Respuesta a Las cosas por su nombre

Pregunta

Hola, Carmencita:

El tema de los eufemismos es una cuestión peliaguda. Por suerte, yo tengo una opinión bastante clara al respecto: no hay que abusar de ellos. Siempre he pensado que en muchos casos los eufemismos no son más que un claro reflejo del respeto mal entendido que impera en nuestra sociedad, o, quizá, del intento de algunos de encubrir su desprecio o, al menos, su resquemor ante lo distinto.

Me explico. Los eufemismos, como su propio nombre indica (en griego eu es ‘bueno, bien’, como en eutanasia ‘buena muerte’, y femi es ‘hablar’), son una manera de hablar bien. Pero, si bien es cierto que en determinados casos como hablar de la muerte delante de un niño se puede recurrir a eufemismos y usar, por ejemplo, descansar en vez de morir, en otros el eufemismo es innecesario y no hace sino crear un innecesario trato especial hacia determinadas entidades a las que da la sensación que no se las puede llamar por su propio nombre. Hablo de muchos de los casos que tú mencionas como persona de color o tercera edad. No tiene sentido que palabras como negro o viejo se entiendan como ofensivas. Lo que se consigue al usar un eufemismo es dar la sensación de que ser negro o viejo es algo malo, algo a lo que no se puede llamar con su nombre, asemejando así a los viejos y a los negros a los seres cuyo nombre se consideraba una blasfemia (literalmente algo así como ‘habla ofensiva’) pronunciar.

No es lo mismo que ocurre en casos como maricón, por ejemplo. ¿Cuál es la diferencia? Entre otras cosas su origen. Mientras que maricón se creó ya como un insulto (como diminutivo despectivo de María, aplicado a hombres), negro es un término meramente descriptivo (quizá no del todo acertado, como tampoco puede serlo blanco) y viejo es un diminutivo cariñoso del latín vetus ‘viejo’.

Así, por mucho que haya hablantes que utilicen estos términos de manera insultante, estamos el resto de hablantes para contrarrestar este uso empleando estos términos de manera normal. Si cedemos, lo que haremos es dar la razón a los que insultan, asumiendo que el nombre normal de estas personas denota alguna tara que tienen, lo que convierte al término en un insulto. Es como si a alguien le da por insultarnos a los españoles llamándonos españoles. Posiblemente tengamos algunos defectos por los que se nos pueda insultar por el mero hecho de ser españoles, pero la palabra solo se convertirá en un insulto si la aceptamos como tal o nos ofendemos al oírla y, sobre todo, si asumiendo esto, buscamos un eufemismo que la sustituya.

Pero incluso en el caso de que asumiéramos que las palabras se pueden cargar naturalmente de rasgos semánticos negativos y que hay palabras que de verdad se han convertido en insultos, para las que, por tanto, es preciso usar un eufemismo —no hay que olvidar que los hispanohablantes hemos sido capaces de hacer hasta que la forma de tratamiento vos se convirtiera en insultante y agresiva—, creo que se podría buscar alguno mejor que hombre de color o tercera edad. O mejor que discapacitados auditivos, donde se indica innecesariamente que la sordera es una discapacidad, siendo, pues, más bien un disfemismo que un eufemismo. Con lo bonita que es la palabra sordo, del latín surdus, en su origen usada para referirse a los sonidos confusos y luego a los que lo escuchan todo así (con posible relación con absurdo, sí, pero también con susurro). Estoy seguro de que se pueden encontrar eufemismos mejores.

Como siempre, creo que inventos forzados de este tipo en la lengua, igual que en el caso el desdoblamiento de queridos y queridas amigos y amigas, lo que consiguen es hacer más incómoda la lengua, con fórmulas innecesarias y, en casos como este, encima cargar los nombres de determinadas personas y asuntos con discapacidades y aspectos negativos en los que muchos ni habíamos reparado o que en la mayoría de los casos ni nos parecen negativos. Que hay personas distintas y que cada uno tiene sus defectos está claro, pero no lo está que por ello unos sean peores que otros, como al final la necesidad de que para algunos haya que usar eufemismos parece sugerir. No se puede querer usar un eufemismo para viejo de la misma manera que se usa caca para no usar mierda (palabra que ya desde su origen protoindoeuropeo estaba relacionada con su hedor) porque no tiene nada que ver una cosa con la otra.

En definitiva, no quiero decir, como espero que se vea, que haya que acabar con los eufemismos, pues hay muchos muy buenos, como córcholis, diantre, carape, caramba, concho, gilipichis, pasar a mejor vida, pito o pipí, pero sí que hay que usar eufemismos solo con aquello que lo requiera, y a todo lo demás llamarlo por su nombre sin miedo, Carmencita; que, si seguimos así, al final va a haber que buscar un eufemismo para la propia palabra eufemismo o incluso para referirse a los no eufemistas por lo malvados que a veces nos hacen parecer.

Y es que encima, después de todo, lo importante no es tanto cómo llamar a las cosas, sino cómo tratarlas. El respeto bien entendido no repara en términos, sino en acciones («Obras son amores y no buenas razones») y el continuo afán de remarcar las distinciones no ayuda en absoluto a meternos de una vez en la cabeza que el ser distintos no quiere decir que unos seamos peores que otros.

Para terminar, te dejo, Carmencita, una parte de mi segunda novela, en la que se ve que a veces ni un eufemismo basta para poder hablar de determinadas cosas:

—Ja, ja —saltó Mamut— pero ¿por qué decís pene?
—Je, je. Somos muy educados. Es como cuando a mí me salió un bulto ahí y se lo tenía que contar a mi madre y no sabía qué palabra utilizar, porque unas sonaban muy fuertes y otras, como pene, sonaban demasiado forzadas.
—Ja, ja. ¿Y cuál usaste al final?
—Creo que picha.
—Ja, ja, ja.

Como siempre, si tú o alguien, Carmencita, tenéis dudas, críticas o preguntas, comentad sin reparo, que en temas como este seguro que hay cuestiones que no habrán quedado claras ni habrán sido del gusto de todos. Y eso que no me he metido con los eufemismos que lo que hacen es ocultar algún aspecto de la realidad, como limpieza étnica por genocidio y otros que nos ponían en comentario, los cuales más que eufemismos son criptofemismos.

Un abrazo a todos,

El Académico

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Otras 10 curiosidades del español que seguramente no conocías

Hola, Carmencita:

Espero que te gustaran las 10 curiosidades del español que publiqué hace un tiempo. Aquí te presento 10 más:

1 PASADO PISADO

Las palabras pasado, presente y futuro proceden respectivamente de un participio de pasado, uno de presente y uno de futuro del latín

En latín el participio de presente (como amans, amantis) servía para referirse al que hace algo. De él nos quedan casos como amante ‘el que ama’ o presidente ‘el que preside’. También presente ‘el que está calendario-delante’ (de praeesse ‘estar presente’). El participio de pasado nos ha quedado, por ejemplo, en los tiempos compuestos de los verbos: ha venido o ha pasado. Pasado es ‘lo que ha pasado’. Y en latín también había participio de futuro, terminado en –turus, que indicaba ‘lo que va a ser’. De aquí procede futuro ‘lo que va a ser’ (del verbo sum ‘ser’). También otros como aventura, que es lo que va a suceder (o advenir). Y, por ejemplo, en la famosa frase morituri te salutant de los gladiadores, morituri significa ‘los que van a morir’.

2 REPRIMENDA, QUE ES GERUNDIVO

En español tenemos restos del gerundivo latino terminados en -ndo, -nda, como agenda, vivienda o doctorando

En latín, aparte del gerundio tenían el gerundivo, que era el participio pasivo de futuro, es decir el que se refiere a lo que debe ser hecho. En español nos ha quedado en algunas palabras que terminan en –enda, como agenda o hacienda, que significan precisamente ‘lo que ha de ser hecho’, vivienda, casitaes decir, ‘lo que va a ser habitado’, o reprimenda ‘lo que va a ser reprimido’. También son restos del gerundivo, casos como doctorando ‘el que se va a doctorar’ y, formado a semejanza de este, masterando (pero no tutorando, ojo). También memorando, por ejemplo, que es lo que ha de ser recordado o sumando ‘que ha de ser sumado’.

3 RESBALONES ACENTUALES

La palabra esdrújulo viene del italiano sdrucciolo, que en su origen significa ‘resbalón’

Muchos sabemos que las palabras esdrújulas son aquellas en las que el acento recae sobre la antepenúltima sílaba y que se tildan todas. Pero ¿por qué se llaman esdrújulas? snowboarderEn italiano sdrucciolo (‘resbalón’) era el verso que terminaba con la antepenúltima sílaba acentuada. Al parecer el nombre se debía a que las dos últimas sílabas parecían resbalarse o escurrirse.

4 A, ANTE, BAJO, CABE, COMO, CUANDO, VERSUS, VÍA, DURANTE Y MEDIANTE

En español hay más preposiciones aparte de las que todos sabemos recitar, como versus o vía, y algunas palabras que a veces funcionan como preposiciones, como donde, cuando y como

Muchos incluyen ya al final de la lista de preposiciones durante y mediante, que han pasado de ser participios de presente a preposiciones, como se ve en que ya no concuerdan con el nombre como antes: ya no se dice durantes los nueve meses, sino durante los nueve meses. Pero hay otras preposiciones menos conocidas que no muchos incluyen. Tenemos versus, vscomo en Occidente versus Oriente, la cual, aunque no se recomienda, está aceptada, o vía, en casos como vía satélite.

También cuando, donde y como pueden usarse como preposiciones en casos como Cuando niño yo era rubio, Viven donde la fuente o Lo usan como ejemplo.

Además hay otros elementos que se parecen cada vez más a las preposiciones, como hace. Esto se ve en que a veces hace no cambia de tiempo verbal como debería, es decir, ha pasado a ser invariable, como les ocurrió a durante y mediante: Ya lo sabían hace tiempo (en vez de Ya lo sabían hacía tiempo).

5 EL PLURAL ACUSADOR

¿Alguna vez te has preguntado por qué la -s se usa para el plural? La -s del plural del español procede de la terminación del acusativo plural del latín

De todos los casos latinos las palabras en español evolucionaron del acusativo (el caso que servía para el complemento directo, entre otras cosas, y que, por cierto, en verdad debería haberse llamado causativo). La -m del singular se perdió (una -m que se puede ver en expresiones como carpe diem ‘aprovecha el día’ o habemus Papam ‘tenemos papa’), pero se mantuvo la heavy-dollar-sign-s del plural (una -s que se ve en frases como Timeo Danaos et dona ferentes ‘temo a los griegos incluso cuando traen regalos’). De ahí quedó la terminación de nuestro plural.

En cambio, la -s de algunos acusativos singulares neutros se perdió (por ultracorrección) al confundirla con el plural. Es el caso de tempus, que dio tiempos en español, pero se corrigió por tiempo; pectus, que dio pechos y pasó a pecho. No se perdió en cambio en uebos, de opus (única palabra en el Diccionario, por cierto, que empieza por ue– y no lleva h, como UEFA). Tampoco se perdió la -s de nombres propios (que, estos sí, proceden del nominativo), como en Carlos de Carolus, Dios de Deus o Jesús de Iesus, pero sí en Pablo de Paulus (aunque el Buscón era don Pablos) o en Domingo de Dominicus.

6 LA MANITO

Los nombres femeninos que terminan en -o en español casi se pueden contar con los dedos de la mano

Hay muchos nombres masculinos en español que terminan en -a. Por ejemplo, algunos derivados de neutros griegos que terminan en -ma, como fantasma (que curiosamente antes era palabra femenina: la fantasma), pero también de ocupaciones, como tenista, y otros como tequila, día, y bastantes más.

En cambio, hay muy pocos nombres femeninos terminados en -o. Se suelen citar la mano mano_alza_emoji_twitter_emoticones, la libido, la nao, la seo y otras más raras como la virago (que termina en -o con sentido porque significa ‘mujer varonil’). Luego hay otros casos que, o bien son acortamientos, como la otorrino, la fisio, la dinamo, la disco, la radio, la moto, la quimio, la foto, la seño, la furgo, la crono, la biblio, la porno, la vitro, la polio (de poliomielitis); o bien son nombres de ocupaciones que aún no se han feminizado, como la sargento, la soldado, la árbitro o la sobrecargo, sin olvidar el famoso caso de la miembro. También otras palabras que se toman directamente de otras lenguas, como la ratio, o siglas como la ESO o la FAO, y algunas palabras poco usadas, como pro cuando significa ‘utilidad’, que puede ser el pro o la pro. Pero hay muy pocos casos más.

En general, en estos casos haríamos el diminutivo con -o, como en la motito. Sin embargo, en España, el diminutivo de mano es manita, y no manito, que sí es el diminutivo en algunos países americanos y algunas zonas del noroeste de España. En el caso de sargento, yo no sé si diría sargentito o sargentita.

7 NI COSAS NACIDAS NI HOMBRES NACIDOS PODRÁN PARARME

En español nadie y nada proceden de nati y nata en latín, que significaban ‘nacidos’ y ‘cosas nacidas’, respectivamente

Igual que hoy podríamos decir que no hay persona alguna que pueda hacer algo o incluso persona nacida, en latín decían homines nati, que significa ‘hombres nacidos’, y res nata ‘cosa nacida’. no-pedestriansDe nati, que es el participio de nacer en latín (visible en neonato ‘recién nacido’, por ejemplo) nos quedó nadie (el Diccionario también recoge nadi) y de nata nos quedó nada.

8 ¿Y POR QUÉ NO LAS TERMINADAS EN -N, -S O VOCAL?

En español las palabras llanas terminadas en -n, -s o vocal no se tildan porque son la mayoría

Como elemento que sirve para facilitar la lectura y no para entorpecerla, la tilde está pensada para ser usada lo mínimo posible, en el menor número de palabras. Por eso, como el mayor número de palabras llanas terminan en -n, -s o vocal, dado que, por ejemplo, todas las formas verbales llanastilde i u finales terminan en esas letras (quiero, quieres, quieren), se ha elegido que esas sean las terminaciones con las que no se tildan las llanas. Así el número de tildes es el menor posible.

Al ser un criterio basado en una estimación de cantidad, este puede variar. Así, por ejemplo, en la primera Ortografía de la RAE (de 1741) solo se tildaban las palabras agudas terminadas en –a, –e y –o, pero no las terminadas en -i o -u. En cambio, se tildaban las llanas terminadas en -i, -u, como tríbu o cási.

Tampoco se tildaban los apellidos terminados en -ez, por ejemplo, porque ya se sabía cómo se pronunciaban, por lo que la tilde era innecesaria.

9 OTRAS CUESTIONES DE TILDES

En español tenemos palabras que se tildan aunque no deberían, palabras que no se tildan aunque deberían, palabras con más de una tilde y algunas cuestiones curiosas más relacionadas con las tildes.

a) ¿Hay alguna palabra que se tilda y que no debería?

Sí, tés. La tilde del singular sirve para diferenciarlo del pronombre átono tetea, pero no hay ningún tes átono.

b) ¿Hay alguna palabra que no se tilda y debería?

Sí. Entre otras muchas, los nombres de las letras y de las notas musicales que tienen un correspondiente átono. De la misma manera que el adverbio , el pronombre , el sustantivo o la forma verbal se tildan para distinguirlasclave de sus correspondientes átonos, las notas musicales si y mi o los nombres de las letras, te y de, al ser tónicos, deberían tildarse.

c) ¿Solo se tildan las vocales?

No. También se puede tildar la y en palabras que conservan su grafía antigua: otrosý, Ýñigo, Aýna.

d) ¿Puede haber una palabra con más de una tilde?

Sííííííí.

e) ¿Tenemos acento circunflejo en español?

Ahora no, pero hemos tenido. El circunflejo en una vocal se usaba para indicar que la ch precedente se pronunciaba como k, y no como ch, o que la x precedente se pronunciaba como ks, y no como j: chôro, exâmen.

10 PARA LOS ANTICOCRETEROS

Aunque la palabra cocreta no está en el Diccionario, pese a lo que muchos creen, su formación en español estaría más que justificada

En español es frecuente un proceso, llamado metátesis, por el que alguna letra cambia de lugar dentro de una palabra para simplificar su pronunciación. Es lo que pasó con palabras como candadocandado, que viene de un cadnado difícil de pronunciar (a partir de catenatus); palabra, que debería haber dado parabla porque viene de parábola; alimaña, de animalia; peligro, que debería haber dado periglo, porque procede de periculum y muchas más. Algunos de los resultados esperables, sin metátesis, están en el cocodriloDiccionario: miraglo (de miraculum), murciégalo (de mus caeculus) o crocodilo (de crocodilus),

Así pues, el que dice cocreta, cambiando de lugar la r de croqueta, está cometiendo un (¿metatético?) error, semejante al que han cometido y cometemos todos los que decimos milagro, palabra o cocodrilo.

Y con esta, Carmencita, ya tenemos las 10 curiosidades. Espero que te hayan gustado. De algunas haré una entrada especial porque aún hay cosas que me he dejado en el tintero. Por ejemplo, prepararé un especial de tildes donde hablaré, por ejemplo, de palabras que no siempre llevan tilde cuando son tónicas, como cuando en de vez en cuando, o palabras que sí la llevan a pesar de no serlo, como José en José Luis. También he empezado a preparar una entrada con otras curiosidades más concretas.

Un saludo.

El Académico

Ojalá que llueva café en el campo… (Respuesta)

Pregunta

Hola, Carmencita:

Has dado con el interesantísimo tema de los verbos meteorológicos. Que lo hayas hecho a través de Yorokobu (en japonés ‘estar feliz’) no me extraña: es de esos sitios que siempre sorprenden.

Sobre los verbos meteorológicos se ha escrito mucho en gramáticas y en artículos y libros de lingüística. Lo primero que sorprende de ellos es que en lenguas como el español verbos como llover generalmente aparecen sin sujeto (Llovió y no Él llovió) y con el verbo en singular (Llovió y no Llovieron). Por eso es normal que te sorprendiera que llovieran ranas y renacuajos, no solo por el hecho en sí, sino porque el verbo llover apareciera en plural.

Ante esto, lo normal es que surjan al menos dos preguntas: ¿por qué generalmente usamos el verbo llover en singular? y ¿por qué se puede usar en plural?

La respuesta corta es que todo depende de lo que tomemos por el sujeto: si es algún elemento impersonal atmosférico (que generalmente no se expresa) o si es lo que cae como lluvia. En el primer caso tendremos el verbo en singular (Ayer llovió) y en el segundo podemos encontrarlo en plural si lo que cae son muchas cosas (Ayer llovieron piedras). Ambas construcciones se consideran correctas. Pero voy a entrar en más detalle, que hay muchas curiosidades relacionadas con estos verbos.

En español, cuando decimos Llovió, no parece haber un sujeto (de ahí que las oraciones con verbos como llover se consideren impersonales). Pero algunos autores afirman que sí lo hay. Para eso se fijan en lenguas como el inglés o el francés donde sí que se ve un sujeto. En It rains o Il pleut los pronombres it e il son el sujeto que concuerda con el verbo. Lo cierto, no obstante, es que a primera vista parece que estos pronombres no significan nada aquí, simplemente parecen rellenar la posición de sujeto (algo obligatorio en estas lenguas: en español se puede decir Llegó, pero, por ejemplo, en inglés no se puede decir Arrived; habría que decir He/She arrived). Como se limitan a rellenar, estos sujetos se llaman expletivos (del latín explere ‘rellenar’). Pero algunos autores van aún más lejos y defienden que estos sujetos sí que significan algo. Más o menos dicen que esos pronombres se refieren a nociones espacio-temporales, como si it en It rains se refiriera al lugar en el que llueve, pudiendo parafrasearse el ejemplo por algo como ‘este lugar llueve’.

En español se dice que, aunque no se vean estos pronombres, sí que hay un elemento similar. Y que en Allí llovió mucho, allí podría ser el sujeto. Esto se ve claramente en lenguas como el samoano donde un nombre de lugar como Apia puede concordar con el verbo correspondiente a llover, pero a mí no me convence mucho para el español. Me parece algo más convincente que, como decía el gramático y poeta Andrés Bello, el sujeto sea algo como el tiempo o la atmósfera.

Una prueba de que el sujeto tiene significado es que este puede expresarse con un elemento más preciso o complejo que it (lo cual le quita impersonalidad al asunto y le da algo más de significado). Así, hay lenguas como el kiowa (hablado por una tribu india de Oklahoma) donde la construcción se forma en plural (como si dijéramos Llueven). Además, en lenguas como el alemán o el holandés, no solo se puede usar un sujeto similar a it, sino que también en el habla coloquial se puede usar un demostrativo (como este en español). Curiosamente, cuando se usa el demostrativo, se expresa disconformidad con el fenómeno meteorológico en cuestión, es decir, se expresa que molesta el hecho de que llueva. De manera parecida, en este artículo se dice que en islandés, si en vez de usar el pronombre similar a it, se usa el pronombre similar a he (hann), con un verbo como llover, lo que se hace es mostrar enfado ante el hecho de que llueva, como claramente se puede deducir de la traducción que se da en este ejemplo:

islandés

En el artículo se sugiere que el uso de un pronombre de persona como hann se puede deber a que el que dice esto necesita a alguien de quien quejarse o a quien echar la culpa.

En español, precisamente, aunque no se ve ningún pronombre de este tipo (salvo en el habla popular dominicana donde pueden decir algo como Ello está lloviendo), sí se pueden encontrar casos en los que se expresan los culpables de que llueva. En español antiguo, por ejemplo, algún dios podía ser el causante de la lluvia. Como muestra la Gramática de la RAE, en el Quijote se puede encontrar un ejemplo como Si él es Júpiter y no quisiese llover, yo que soy Neptuno […] lloveré todas las veces que se me antojare. También el causante de la lluvia puede ser el cielo o una nube. Y si son varias nubes podemos encontrar el verbo en plural, como en las nubes llovieron el rocío (ejemplo de Lope de Vega). Yo mismo en una de mis poesías uso esta construcción (aunque sin que la nube llegue a llover):

te marchaste2

En otros verbos como amanecer es más fácil o natural tener un sujeto. Se puede decir Amaneció, pero también El día amaneció nublado. En el español antiguo Dios podía amanecer, en el sentido de hacer que amaneciera, como en Amanecerá Dios y medraremos del Quijote. Hasta en el español actual una persona puede amanecer, en el sentido de despertarse de una manera: Juan amaneció contento.

Hasta ahora hemos visto, pues, que el verbo llover se usa generalmente en singular porque el sujeto, sea el que sea y si es que se considera que lo hay, se entiende como una sola cosa. Pero si los culpables de la lluvia son varios, hemos visto que el verbo podría aparecer en plural como en llovieron los cielos su rocío (ejemplo también de Lope de Vega).

Aun así, existe otra construcción con el verbo llover, que es justo por la que preguntabas, Carmencita: la de Llovieron ranas y renacuajos. Cuando se indica lo que cae del cielo (a modo de lluvia), eso que cae se entiende como el sujeto y, por tanto, concuerda con el verbo. Así, pueden llover ranas y renacuajos o café, como decías citando a Juan Luis Guerra, pero también pueden llover sapos, culebras y piedras, como en la canción Atrapados en azul de Ismael Serrano. Y, también, si no me equivoco, puede llover el amor hasta mojar (según Aleks Syntek y Ana Torroja). Estas construcciones pueden parecer raras, pero no es tan raro que lluevan ofertas, insultos, golpes o, como me salió justo ayer leyendo La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, que a alguien le lluevan los encargos, si es eficiente. En todos estos casos el sujeto es lo que cae desde arriba (ya sea de manera real o metafórica).

No es raro que en español se pueda interpretar como sujeto el complemento de una oración. Es lo que pasa cuando decimos Se venden pisos en vez de Se vende pisos o cuando la gente dice Habían muchas personas en vez de Había muchas personas. Al no haber otro sujeto a la vista, se entiende que el sujeto es el complemento y se hace la concordancia con el verbo.

Aunque en el caso de Habían muchas personas la concordancia no se considera correcta, en Llovieron ranas sí. Es la misma concordancia que hay en Cayeron ranas o Gotas caen (como afirmaba el chiste que se decía llover en alemán). Así, lo que cae puede ser el sujeto, pero no lo que hay o había. La diferencia se ve en que se puede decir llovidas las ranas o caídas las gotas, pero no habidas las personas.

Pero eso ya es para nota, Carmencita. Lo importante es que espero que a partir de ahora, aunque te sorprenda que lluevan animales, aerolitos, sangre o vino (ahora que empiezan los sanfermines), por lo menos no te sorprenda que el verbo llover aparezca en plural.

Por cierto, efectivamente se dice meteorológico y no metereológico. Meteoro significa ‘elevado en el aire’ a partir de meta- (‘en medio’) y aeirein (‘elevar, alzar’) en griego. No sé si lo de metereológico se dirá por influencia de etéreo o porque es más fácil pronunciarlo, pero mucha gente lo dice así.

Y esto es todo. Como siempre, si tú, Carmencita, o alguno, tenéis alguna duda, no os quedéis con ella. ¡Que lluevan las preguntas y los comentarios!

Un abrazo.

El Académico

Punto y respuesta

Pregunta

Hola, Carmencita:

Es normal que la puntuación te resulte un tema complicado. Es de los más difíciles de la ortografía. Esto se ve, por ejemplo, en que la RAE en su Ortografía le dedica más de cien páginas solo a los signos de puntuación. Yo mismo tengo muchas veces problemas para saber cuándo poner punto y coma o coma. Si encima juntamos la puntuación con las mayúsculas —otro de los temas más difíciles— es normal que surjan muchas dudas.

Antes de resolver las dudas que planteas, es importante aclarar que los signos de puntuación como la coma, el punto o el punto y coma no sirven, como se suele creer, para indicar la duración de una pausa. Para lo que sirven es para que se entienda bien un texto. Con ese fin, su función principal es la de delimitar unidades gramaticales indicando dónde termina una frase o dónde empieza y termina un inciso. Ahora bien, como el punto marca un límite gramatical más grande que una coma, por ejemplo, la duración de la pausa de un punto es, generalmente, mayor; pero eso es solo una consecuencia de que delimite elementos más grandes. Esto explica por qué, como muchas veces habrás oído, aunque pueda haber pausa entre sujeto y predicado, no se pone coma entre ellos. El límite gramatical entre sujeto y predicado no se considera suficiente como para marcarlo ortográficamente con un signo de puntuación, por muy larga que sea la duración de la pausa entre ambos.

Aclarado esto, ya puedo abordar tus preguntas.

En primer lugar, es verdad que, como dices, después de los signos de interrogación y exclamación no se pone punto. Pero esto no se debe a que ellos ya contengan un punto en su forma, sino a que, además de indicar que lo que encierran es una pregunta o una exclamación, la delimitan o separan de otros enunciados. El uso del punto, que es delimitador propio de enunciados, sería, pues, redundante. Sin embargo, si al signo de exclamación o interrogación le sigue otro signo de puntuación, como una coma o un punto y coma, este sí debe ponerse: ¿Por qué nacemos?; ¿para qué vivimos?

Que el punto de los signos de interrogación y exclamación no es un punto normal se ve en que cuando se juntan estos signos con puntos suspensivos, se mantienen los tres puntos suspensivos además del punto del signo en cuestión: ¡Te quiero más! De hecho, si hay una abreviatura, como se indica en la Ortografía de la RAE, se pueden juntar muchos puntos: ¿Viste a ese Sr….? Y ya si metemos la pregunta al final de una enumeración, podemos tener hasta siete seguidos: Me hizo preguntas tipo ¿llegaste bien?, ¿encontraste la puerta?, ¿viste a ese Sr….?…

El que no se considere punto normal lo que aparece en los signos de interrogación puede deberse al supuesto origen de estos signos. En la Wikipedia se dice que el signo de interrogación es la abreviatura de la palabra quaestio (‘pregunta’ en latín):

1200px-Quaestio.svg

Por su parte, el de exclamación sería igual, pero a partir de la palabra Io (una exclamación de alegría en latín). Según esto el punto de estos signos sería en verdad una o simplificada y no un punto.

En segundo lugar, con respecto a los puntos suspensivos, efectivamente no deben coaparecer con etc. (que, por cierto, siempre debe ir con punto detrás por ser una abreviatura) porque darían información redundante. Etcétera significa ‘y lo restante’ por lo que ya indica que hay algo no expresado, que es precisamente la función de los puntos suspensivos.

Además, como los puntos suspensivos sirven para indicar la ausencia de algo (o para dejar en suspense una frase) y no indican un límite entre unidades gramaticales determinadas, estos pueden aparecer en distintos sitios. Si aparecen al final de un enunciado, lo siguiente se escribirá con mayúscula, como en Es tan bueno… Todo el mundo le quiere, pero, si no, se escribirá con minúscula, como en Me dijo que… que me callara.

Lo mismo se puede aplicar a los dos puntos. Este signo tiene función anunciadora (además de delimitadora). De esta manera, dependiendo de lo que anuncie, el texto empezará con mayúscula o minúscula. Si lo que sigue es una enumeración se usa minúscula. En cambio, si lo que sigue es una cita o si estamos empezando una carta, como ya vimos, se usa mayúscula. En este ejemplo se pueden ver las dos posibilidades: La RAE dice en su Ortografía: «En su tratado […] Manuzio propone un sistema de seis signos: coma, punto y coma, dos puntos, punto, interrogación y paréntesis».

En el último ejemplo vemos que ya Manuzio (1449-1515), el impresor del que se dice que fue el inventor del libro de bolsillo, usaba el punto y coma, como otros humanistas italianos. Pero en aquella época se llamaba semicolon. En España el punto y coma lo introdujo el gramático Felipe Mey en 1606, pero hasta pasado un tiempo no adquirió en exclusiva el valor actual de delimitador intermedio, que antes compartía con los dos puntos.

Como delimitador intermedio, el punto y coma es el signo de puntuación que más problemas da en su uso. De ahí lo que digo en mi novela sobre el protagonista:

puntocoma

En general, el uso del punto y coma depende de la longitud y la complejidad de las frases que separa. Mi consejo es usarlo, por ejemplo, para separar frases largas dentro de las cuales haya comas: Juan trajo vino, aceitunas y patatas; Carmencita cerveza, bebidas y tortilla, y mi hermano los vasos y los hielos. También entre frases que no se quieran separar demasiado para mantener la relación: No tienes ni idea; así que no lo hagas tú.

Para terminar añado algunas curiosidades sobre los nombres de los signos. El nombre semicolon, que antes se usaba para el signo con la misma función que el punto y coma, se debe a que colon significa ‘tramo’ o ‘miembro’ (de ahí lo de llamar colon a una parte del intestino). Al separar el punto y coma estos tramos, acabó tomando el nombre de ellos. Lo mismo pasó con la coma. En griego komma significaba ‘fragmento’, a partir del verbo kopto (‘cortar’), y se empezó a llamar así al signo que delimitaba este fragmento (en cambio el coma, como estado letárgico o de inconsciencia, viene del verbo keimai ‘yacer, estar postrado’). Por su parte, punto viene del verbo pungere ‘punzar’ en latín y significa ‘punzada’.

Aunque hay muchísimas otras cuestiones relacionadas con los signos de puntuación, con esta última punzada, Carmencita, pongo punto final (o punto redondo) a esta respuesta, no así punto y final, expresión que, efectivamente, no es recomendable usar.

Ya sabes que cualquier otra duda que tengas sobre este tema o cualquier otro la puedes plantear en una futura pregunta.

Un abrazo.

El Académico

Una mañana ortográfica en IKEA

Hola, Carmencita:

El otro día llevé a mi madre a Leroy Merlín y aproveché la espera de dos horas para darme un paseo ortográfico por IKEA. La idea se me ocurrió después de que el otro día viera algún que otro FOD (fallo ortográfico descarado), como el de inóxidable, que ya compartí. Aunque acabé con más de 60 fotos, debo confesar que, después de las dos horas, no vi nada verdaderamente grave. Encontré muchos errores relacionados con las tildes (errores que es verdad que deberían evitarse) pero no encontré, por ejemplo, ninguna palabra con b escrita con v ni ninguna h no puesta. Aun así el gran número de errores y erratas que vi fue considerable. Y eso que solo me fijé en los carteles grandes.

A continuación, pongo algunas fotos no solo de errores, sino también de otras cuestiones curiosas que no tienen por qué estar mal, y lo explico todo. El objetivo no es denunciar los errores de IKEA, sino aprender con ellos. Sigue leyendo