Ojalá que llueva café en el campo… (Respuesta)

Pregunta

Hola, Carmencita:

Has dado con el interesantísimo tema de los verbos meteorológicos. Que lo hayas hecho a través de Yorokobu (en japonés ‘estar feliz’) no me extraña: es de esos sitios que siempre sorprenden.

Sobre los verbos meteorológicos se ha escrito mucho en gramáticas y en artículos y libros de lingüística. Lo primero que sorprende de ellos es que en lenguas como el español verbos como llover generalmente aparecen sin sujeto (Llovió y no Él llovió) y con el verbo en singular (Llovió y no Llovieron). Por eso es normal que te sorprendiera que llovieran ranas y renacuajos, no solo por el hecho en sí, sino porque el verbo llover apareciera en plural.

Ante esto, lo normal es que surjan al menos dos preguntas: ¿por qué generalmente usamos el verbo llover en singular? y ¿por qué se puede usar en plural?

La respuesta corta es que todo depende de lo que tomemos por el sujeto: si es algún elemento impersonal atmosférico (que generalmente no se expresa) o si es lo que cae como lluvia. En el primer caso tendremos el verbo en singular (Ayer llovió) y en el segundo podemos encontrarlo en plural si lo que cae son muchas cosas (Ayer llovieron piedras). Ambas construcciones se consideran correctas. Pero voy a entrar en más detalle, que hay muchas curiosidades relacionadas con estos verbos.

En español, cuando decimos Llovió, no parece haber un sujeto (de ahí que las oraciones con verbos como llover se consideren impersonales). Pero algunos autores afirman que sí lo hay. Para eso se fijan en lenguas como el inglés o el francés donde sí que se ve un sujeto. En It rains o Il pleut los pronombres it e il son el sujeto que concuerda con el verbo. Lo cierto, no obstante, es que a primera vista parece que estos pronombres no significan nada aquí, simplemente parecen rellenar la posición de sujeto (algo obligatorio en estas lenguas: en español se puede decir Llegó, pero, por ejemplo, en inglés no se puede decir Arrived; habría que decir He/She arrived). Como se limitan a rellenar, estos sujetos se llaman expletivos (del latín explere ‘rellenar’). Pero algunos autores van aún más lejos y defienden que estos sujetos sí que significan algo. Más o menos dicen que esos pronombres se refieren a nociones espacio-temporales, como si it en It rains se refiriera al lugar en el que llueve, pudiendo parafrasearse el ejemplo por algo como ‘este lugar llueve’.

En español se dice que, aunque no se vean estos pronombres, sí que hay un elemento similar. Y que en Allí llovió mucho, allí podría ser el sujeto. Esto se ve claramente en lenguas como el samoano donde un nombre de lugar como Apia puede concordar con el verbo correspondiente a llover, pero a mí no me convence mucho para el español. Me parece algo más convincente que, como decía el gramático y poeta Andrés Bello, el sujeto sea algo como el tiempo o la atmósfera.

Una prueba de que el sujeto tiene significado es que este puede expresarse con un elemento más preciso o complejo que it (lo cual le quita impersonalidad al asunto y le da algo más de significado). Así, hay lenguas como el kiowa (hablado por una tribu india de Oklahoma) donde la construcción se forma en plural (como si dijéramos Llueven). Además, en lenguas como el alemán o el holandés, no solo se puede usar un sujeto similar a it, sino que también en el habla coloquial se puede usar un demostrativo (como este en español). Curiosamente, cuando se usa el demostrativo, se expresa disconformidad con el fenómeno meteorológico en cuestión, es decir, se expresa que molesta el hecho de que llueva. De manera parecida, en este artículo se dice que en islandés, si en vez de usar el pronombre similar a it, se usa el pronombre similar a he (hann), con un verbo como llover, lo que se hace es mostrar enfado ante el hecho de que llueva, como claramente se puede deducir de la traducción que se da en este ejemplo:

islandés

En el artículo se sugiere que el uso de un pronombre de persona como hann se puede deber a que el que dice esto necesita a alguien de quien quejarse o a quien echar la culpa.

En español, precisamente, aunque no se ve ningún pronombre de este tipo (salvo en el habla popular dominicana donde pueden decir algo como Ello está lloviendo), sí se pueden encontrar casos en los que se expresan los culpables de que llueva. En español antiguo, por ejemplo, algún dios podía ser el causante de la lluvia. Como muestra la Gramática de la RAE, en el Quijote se puede encontrar un ejemplo como Si él es Júpiter y no quisiese llover, yo que soy Neptuno […] lloveré todas las veces que se me antojare. También el causante de la lluvia puede ser el cielo o una nube. Y si son varias nubes podemos encontrar el verbo en plural, como en las nubes llovieron el rocío (ejemplo de Lope de Vega). Yo mismo en una de mis poesías uso esta construcción (aunque sin que la nube llegue a llover):

te marchaste2

En otros verbos como amanecer es más fácil o natural tener un sujeto. Se puede decir Amaneció, pero también El día amaneció nublado. En el español antiguo Dios podía amanecer, en el sentido de hacer que amaneciera, como en Amanecerá Dios y medraremos del Quijote. Hasta en el español actual una persona puede amanecer, en el sentido de despertarse de una manera: Juan amaneció contento.

Hasta ahora hemos visto, pues, que el verbo llover se usa generalmente en singular porque el sujeto, sea el que sea y si es que se considera que lo hay, se entiende como una sola cosa. Pero si los culpables de la lluvia son varios, hemos visto que el verbo podría aparecer en plural como en llovieron los cielos su rocío (ejemplo también de Lope de Vega).

Aun así, existe otra construcción con el verbo llover, que es justo por la que preguntabas, Carmencita: la de Llovieron ranas y renacuajos. Cuando se indica lo que cae del cielo (a modo de lluvia), eso que cae se entiende como el sujeto y, por tanto, concuerda con el verbo. Así, pueden llover ranas y renacuajos o café, como decías citando a Juan Luis Guerra, pero también pueden llover sapos, culebras y piedras, como en la canción Atrapados en azul de Ismael Serrano. Y, también, si no me equivoco, puede llover el amor hasta mojar (según Aleks Syntek y Ana Torroja). Estas construcciones pueden parecer raras, pero no es tan raro que lluevan ofertas, insultos, golpes o, como me salió justo ayer leyendo La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, que a alguien le lluevan los encargos, si es eficiente. En todos estos casos el sujeto es lo que cae desde arriba (ya sea de manera real o metafórica).

No es raro que en español se pueda interpretar como sujeto el complemento de una oración. Es lo que pasa cuando decimos Se venden pisos en vez de Se vende pisos o cuando la gente dice Habían muchas personas en vez de Había muchas personas. Al no haber otro sujeto a la vista, se entiende que el sujeto es el complemento y se hace la concordancia con el verbo.

Aunque en el caso de Habían muchas personas la concordancia no se considera correcta, en Llovieron ranas sí. Es la misma concordancia que hay en Cayeron ranas o Gotas caen (como afirmaba el chiste que se decía llover en alemán). Así, lo que cae puede ser el sujeto, pero no lo que hay o había. La diferencia se ve en que se puede decir llovidas las ranas o caídas las gotas, pero no habidas las personas.

Pero eso ya es para nota, Carmencita. Lo importante es que espero que a partir de ahora, aunque te sorprenda que lluevan animales, aerolitos, sangre o vino (ahora que empiezan los sanfermines), por lo menos no te sorprenda que el verbo llover aparezca en plural.

Por cierto, efectivamente se dice meteorológico y no metereológico. Meteoro significa ‘elevado en el aire’ a partir de meta- (‘en medio’) y aeirein (‘elevar, alzar’) en griego. No sé si lo de metereológico se dirá por influencia de etéreo o porque es más fácil pronunciarlo, pero mucha gente lo dice así.

Y esto es todo. Como siempre, si tú, Carmencita, o alguno, tenéis alguna duda, no os quedéis con ella. ¡Que lluevan las preguntas y los comentarios!

Un abrazo.

El Académico

¿Me quieres o me amas? Respuesta

Pregunta

Hola, Carmencita:

¡Qué tema tan bonito y a la vez tan complejo!

Ante lo que me cuentas, creo que entiendo tanto la reacción de él como la tuya. Un «Te amo» suena muy fuerte en España. Por eso, él se pudo sorprender. Pero, claro, a tu favor hay que decir que, en verdad, está bien dicho.

En la segunda acepción de querer en el nuevo Diccionario de la RAE una de las opciones es ‘amar’:

querer-amar

Así que en teoría se podría usar igual. Y, técnicamente, si amar es, según el Diccionario, ‘tener amor’, ¿por qué no le ibas a decir «Te amo» si sentías tanto amor?

Pero el tema no es tan sencillo. Una cosa es la teoría y otra la práctica. En lingüística, aparte de las conocidas sintaxis, morfología o semántica, hay una subdisciplina llamada pragmática. La pragmática estudia el uso del lenguaje, la puesta en práctica. Es la que estudia cuándo está bien decir algo y cómo es adecuado decirlo.

Utilicemos vuestro caso como ejemplo. Cuando dijiste «Te amo», él se mostró pragmático y le sonó raro porque no está establecido que eso se diga en una pareja así como así. A ti, que fuiste semántica (y romántica), te extrañó que le sonara raro porque expresaba justo lo que sentías, pero, claro, no era pragmáticamente adecuado. Y es que por mucho que amar y querer tengan un significado similar, se usan en diferentes contextos. Es como si alguien, hablando con sus amigos, se refiere a su perro como can, o al agua como H2O. Sonará raro porque, aunque signifiquen lo mismo, las palabras hay que usarlas en su contexto apropiado.

Ahora bien, ¿a qué se debe esta diferencia de uso entre amar y querer? En primer lugar, a que, aunque querer y amar tengan significado parecido, presentan algunas diferencias (teóricas). Por ejemplo, se puede amar la naturaleza, pero queda raro querer la naturaleza. Querer una cosa es querer hacerla nuestra o desear que nos suceda. Amar una cosa es sentir amor general por ella aunque no se tenga. Así, «Quiero ir al cine» significa que deseo que esa acción suceda puntualmente, mientras que «Amo ir al cine» significa que siento amor hacia la acción de ir al cine en general. La misma diferencia se ve entre «Quiero el chocolate» y «Amo el chocolate». En el primer caso querría un chocolate en concreto en un momento y en el segundo amaría el chocolate en general. Estos ejemplos con amar son algo raros (quedaría mejor encantar), pero sirven para entender la diferencia con los ejemplos de querer, con los que no se puede indicar que se ama algo en general. Esta diferencia hace que «Te quiero» pueda sonar peor que «Te amo», pues tendría la connotación de que queremos que una persona sea nuestra en determinado período, más que indicar que la amamos en general.

Y esto tiene relación con la diferencia en expresividad o intensidad entre ambos verbos. Amar se considera que es más que querer. En este sentido, estaba bien tu razonamiento de que si le quieres mucho es que le amas. ¿Cómo se ve esto gramaticalmente? Pues, por ejemplo, no queda bien combinar amar con un cuantificador evaluativo de grado alto como mucho («Te amo mucho»), pero sí querer («Te quiero mucho»). Esto es porque en el significado de amar hay implícito un componente enfático, como si significara ‘querer mucho’. Si se dice «Te amo mucho» sería parecido a «Te quiero mucho mucho», que no está mal, pero es algo redundante.

Aun así, la cuantificación del amor puede dar pie a bellos poemas como el siguiente de José Ángel Buesa (uno de mis poetas favoritos):

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós. 
No sé si me quisiste… No sé si te quería…
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, 
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí…
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

En cualquier caso, «Te amo mucho» sería parecido a «Me encanta mucho», que también suena raro porque encantar es otro de esos verbos enfáticos.

La posibilidad de que una palabra tenga un significado enfático o intensificativo se ve claramente en el caso de los adjetivos. Los superlativos como altísimo que ya indican un grado alto, no se pueden combinar con muy. Así, muy altísimo queda raro. Pero también hay otros adjetivos, los llamados elativos léxicos (en oposición a los superlativos, que son elativos morfológicos), que en su significado ya llevan implícito el grado alto (como hemos visto que pasa en amar). Un ejemplo es genial. Este adjetivo por sí mismo ya expresa un grado alto y, por eso, queda raro decir que alguien es muy genial.

Así que teóricamente se puede decir que amar es más que querer. Esto se ve también en que se puede decir «No es que te quiera, es que te amo», igual que se puede «No es que me guste, es que me encanta», pero no al revés («No es que te ame, es que te quiero») porque la construcción requiere que lo segundo sea mejor que lo primero. De forma parecida, se puede decir «No compré cuatro discos, pero sí tres» y «No te amo, pero sí te quiero», pero quedaría raro al revés: «No compré tres discos, pero sí cuatro» o «No te quiero, pero sí te amo». En estas construcciones lo primero tiene que ser superior.

Esta superioridad de amar sobre querer se ve reflejada en el arte. Ya decía Antonio Orozco que «el amar no es querer». También José José explica la diferencia, diciendo que «casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar»:

Se puede incluso encontrar un pleito entre amar y querer donde se dicen cosas como «Dicen que el querer se acaba/ y el amar es infinito;/ amar es hasta la muerte,/ y querer, hasta el olvido» o «Amar es querer mejor». Hasta yo hice un poemilla sobre el tema, en el que se ve que amar es más que querer:

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Por tanto, parece claro que amar es más que querer. La cosa es que no por eso tendría que quedar raro decírselo a la persona amada. También encantar es más que gustar y, sin embargo, no queda raro decirle al amado «Me encantas». De hecho, yo creo que el «Me encantas» es la primera fase antes del «Te quiero». Lo que pasa es que en España «Te amo» queda demasiado poético o cursi desde un punto de vista pragmático. Amar no se usa normalmente en esos casos y, por eso, él te miró raro, porque dijiste algo «fuera de contexto», algo no adecuado pragmáticamente. Si se lo hubieras escrito en un poema o en una canción (a lo Raphael) o, quizás, como dices, si fuerais de una zona donde «Te amo» no suena tan empalagoso ni es pragmáticamente inadecuado, no te habría mirado así.

Preguntabas por otras lenguas y la verdad es que nos vienen genial para ver lo importante del contexto. En inglés, aunque se puede decir que «I’m lovin’» una hamburguesería, por ejemplo, no queda tan bien decir «I love you» demasiado pronto en una relación. Todos conocemos el problema de Ted Mosby, que lo dice siempre antes de tiempo:

Y justo el otro día vi los problemas que tenía Lisbon para decirlo en El mentalista (ojo spoiler):

Para ese love usado sin amor para cosas como la hamburguesería nosotros habitualmente no usamos amar, sino mejor, como he dicho antes, algo como encantar. Por eso el lema de la hamburguesería se traduce como «Me encanta» y no como «La amo». Lo mismo ocurre cuando las Nancys Rubias traducen el título de la canción I love it (referido al día de verano en el que a una la dejó su novio) de Icona Pop como «Me encanta»:

En otras lenguas como el alemán, también ocurre como en inglés y el verbo que significa ‘amar’ se usa comúnmente para referirse también a sentimientos por cosas, en donde pragmáticamente es adecuado. Supongo que en otras muchas lenguas ocurrirá igual. Quien quiera aportar algo que no lo dude. Lo importante es que en estas lenguas otra vez vemos que, dependiendo del contexto, se puede usar un verbo como amar o no y que, curiosamente, cuando más procedería decirlo en teoría, es decir, cuando se siente amor verdadero, cuesta más o queda más raro decirlo.

En español también usamos, como bien dice Paula en comentario, «Te amo» dirigido a alguien que dice o hace algo que nos sorprende y agrada. Ahí, a pesar de que nuevamente no hay amor verdadero, pragmáticamente ha triunfado este «Te amo» en algunos círculos. Y como es adecuado en el uso, nadie mira raro cuando se utiliza.

En fin, la conclusión, Carmencita, es que hiciste bien expresando tus sentimientos, pero no tuviste en cuenta que, como el lenguaje es comunicación, importa mucho cómo y cuándo decir las cosas. Hasta en el amor es importante el marketing (o mercadotecnia).

Yo te recomiendo que, cuando te dé el próximo arrebato, digas «Te quiero mucho mucho mucho mucho», que será lo mismo, pero quedará mejor.

Y esto es todo.

Te mando un saludo a ti, Carmencita, y otro a los demás. Para despedirme, yo seré prudente y me quedaré en un «Os quiero», que el que os ama es Bin Laden.

El Académico

¿Cañear?

¿Se puede decir cañear en el sentido de ir de cañas?

Está en el Diccionario de la RAE. Además, como se dice en la Gramática, los verbos en -ear pueden indicar una actividad relacionada con el nombre sobre el que se forman. Aunque no se menciona cañear, sí se hace referencia a cervecear, para tomar cervezas, usado en algunas partes de América.