#TildesLasJustas

Pregunta

Hola, Carmencita:

Me preguntas por la campaña #acentúate de la Fundéu con la que ha tratado de promover el uso de la tilde en los hashtgas o etiquetas de Twitter.

En primer lugar, me gusta que hables de campaña en la entrada y no de iniciativa como hacías en tu tuit, porque esta idea no inicia nada; ya lleva mucho tiempo circulando por Twitter. En este sentido, me gusta la campaña de Fundéu, como me gusta todo lo referido a la difusión de la lengua o a cualquier cuestión mínimamente relacionada con la cultura, pero no me entusiasma como a ti. Está bien, eso sí, que desde una fundación con tanto alcance y repercusión como esta promuevan este tipo de llamamientos. Son ellos los que deben hacerlo.

A este respecto, te daba envidia que a nosotros no se nos hubiera ocurrido esta idea. Claro que se nos había ocurrido, y a muchos más, pero no tenemos aún ni el prestigio ni la difusión suficiente para iniciar algo así. Ese es el problema de las redes sociales: que si no tienes un número grande de seguidores, es difícil —no imposible— que la gente te siga. De hecho, hace 34 semanas ya publiqué esta imagen en Instagram:

tildes

Pero de lo que de verdad quiero hablar, no es de quién ha tenido la idea antes, sino de algo más general: de la inquietante obsesión que existe en los últimos tiempos con las tildes.

La tilde es un elemento que señala en qué sílaba de la palabra recae el acento. Es una ayuda. Como tal, no debería ser obligatoria ni se debería considerar una falta de ortografía no ponerla. Igual que ocurre en otras lenguas y en el caso de solo, por ejemplo, en español lo ideal sería que la tilde solo se pusiera en casos de posible ambigüedad. En los pinitos de la tilde en español se empezó recomendando solo usarla en los casos en los que una misma palabra pudiera tener varias acentuaciones. De esta manera en el circulo por la carretera, si ponemos las tildes, sabremos si estamos hablando de un círculo por la carretera o si estamos diciendo que alguien circuló por la carretera. Como en muchos de estos casos, el ejemplo es ridículo y el contexto resolvería la ambigüedad.

Pero bueno, se podría entender que en estos casos la tilde fuera imprescindible. Ahora bien, en muchos otros casos, igual que somos capaces de aprender el género de miles de nombres, podríamos ser capaces de aprender cuál es la sílaba tónica de las palabras, sin necesidad de tilde. ortografíaprimeraSi alguno se defiende diciendo que en el caso de los nombres la terminación de estos ayuda, yo le respondo que aquí también: todas las palabras terminadas en -ción, por ejemplo, son agudas. Ya mencioné que en la primera Ortografía de la RAE, se recomendaba no poner la tilde en apellidos terminados en -az y -ez. Se decía que «siendo tan conocido, común y frecuente el modo de acentuarse, no necesita de nota, que los distinga de las otras voces de su terminación». No sé si con razón o no, pero se confiaba más en la memoria de los hablantes.

Hay muchas páginas de corrección y acción ortográfica que basan su capacidad de crítica lingüística en la ausencia de este signo y reprenden de manera sanguinaria a los que no la ponen (quizás porque si no no tendrían otra cosa que publicar ese día). Al margen de que, por fijarse en este signo diacrítico, desatienden errores léxicos y gramaticales mayores (propios y ajenos) que todos tenemos y que llevarían a discusiones más bonitas y elevadas, no se dan cuenta de que si ellos llegan a ver que falta una tilde en una palabra es porque el contexto esclarece de qué palabra se trata, por mucho que el escritor en cuestión la haya olvidado (se supone que involuntariamente), lo cual confirma la idea de que se puede prescindir de ella.

En vista de todo esto, se podría concluir, pues, que es lícito prescindir de la tilde en muchos casos. Y con más razón en un momento en el que las reglas de acentuación empiezan a ser excesivamente complicadas (por ser un sistema tan bien diseñado por la RAE, ojo), llegando al punto de ser más complejas que el aprenderse de memoria dónde recae el acento de cada palabra.

Pero bueno, seamos obedientes y acatemos la norma de poner las tildes, que, como siempre digo, es bueno y respetuoso conocer y actuar de acuerdo con las normas para tener una relación mejor, en este caso de comunicación, con los demás. La cuestión es que aun así no veo que esto signifique que haya que poner las tildes siempre. Y menos en sitios donde más que ayudar entorpece y perturba  el ponerlas.

Sobre todas las normas y leyes es posible aplicar la epiqueya, es decir, es posible interpretarlas según las circunstancias, para acatarlas o no según sea procedente. Un ejemplo que creo recordar, del código de circulación, es el de poder saltarse una línea continua en caso de que un coche en segunda fila nos impida el paso por nuestro carril.

El uso de la tilde en las etiquetas puede ser uno de esos casos. Choca mucho ver #fundéu con tilde, pero @fundeu sin ella. Y encima aquí ¿por no poner en el segundo caso la tilde (una tilde con la que yo encima no estoy de acuerdo) vamos a pronunciar [fúndeu]? No. Somos capaces de aprender de memoria cómo se pronuncian las palabras. Y eso permite no tener que poner la tilde en casos innecesarios o que nos puedan llevar al desconcierto. ¿Quién no ha tenido que rectificar al escribir @fundéu o #fundeu?

La etiqueta en principio solo sirve (salvo que se integre en el texto) para que alguien pueda encontrar nuestro tuit por el tema. Y la cosa es que el buscador de Twitter no distingue entre palabras con tilde o sin ella, como se ve aquí, donde habiendo puesto #poesía en el buscador salen también resultados de #poesia:

poesía

Ya me gustaría a mí que sí que las distinguiera para que, al buscar tuits de poesía española, no me salieran tuits de poesia portuguesa o catalana. Esto sin olvidar lo difícil que es poner la tilde en algunos teclados del móvil.

Y es que la verdadera campaña debería haber sido la de pedir a Twitter que se puedan poner tildes en el nombre de las cuentas (para así evitar la disimilitud con las etiquetas a la que nos enfrentamos los que desde siempre ponemos tildes en ellas). Y, ya puestos, también pedirla para direcciones web y pedir que en los teclados de móvil sea más sencillo poner tildes (o promover el uso de teclados así y anunciar su existencia en caso de que ya existan).

Pero, claro, estamos en un mundo en el que las soluciones inmediatas y vistosas (que curiosamente son las que más se retuitean) tienen más prestigio y aceptación que las soluciones de raíz, más lentas y silenciosas, pero más eficaces, como nos advierte el más que trillado proverbio sobre enseñar a pescar mejor que pescarle a alguien un simple pez.

Más útil que poner tildes en las etiquetas para ayudar a la lectura me parece el poner determinadas palabras con mayúscula. No es tan frecuente que haya ambigüedad en una etiqueta por cuestión de tildes, pero sí puede haberla o, al menos, existir dificultad en la lectura #siseescribetodoasí. La misma Fundéu (en su nuevo Manual) permite poner mayúsculas en las palabras que forman parte de una etiqueta #ParaFacilitarLaLectura. Si podemos hacer una excepción con la regla de las mayúsculas, ¿por qué no podemos infringir la de las tildes y prescindir de ellas en las etiquetas? Con más razón sabiendo que la propia Fundéu permite licencias de mayor calado en las etiquetas como separar contracciones: #hoyviajamosa el país de los mil lagos. Tampoco se pueden poner comas (*#Tildes,LasJustas) ni signos de interrogación, por ejemplo.

En definitiva, Carmencita, considero esta campaña (una campaña que extraña un poco que no hayan lanzado mucho antes, si tan importante es) algo bueno, por el hecho de que se implique a tanta gente en una cuestión lingüística, pero, por otra parte, creo que hay temas lingüísticos mucho más interesantes y profundos, que harían ver al que no esté familiarizado con la disciplina lingüística que esta no es meramente normativa y entorpecedora, es decir, no se limita a dar órdenes que en algunos casos molestan más que ayudan, sino que es una disciplina que, gracias a un estudio detenido de la lengua, permite explicar cosas que siempre nos ha inquietado saber por qué decimos así, por ejemplo.

Como resultado de la campaña supongo que los que ya poníamos las tildes en las etiquetas seguiremos haciéndolo y los que no, en caso de que prescindieran de ellas por vagancia y no por ignorancia, tal vez escuchen a su conciencia y las pongan durante un tiempo pero luego probablemente dejarán de hacerlo, sucumbiendo al apresuramiento que Twitter fomenta.

El resultado ideal sería, sin duda, y ese es mi deseo, que los de Twitter hayan tomado nota y hagan a su buscador capaz de discernir entre palabras con tilde y sin ella (aunque la función principal de la tilde no sea la de distinguir palabras del español de las del portugués).

Con este deseo y con un abrazo fuerte para ti, Carmencita, y para todos, acabo.

El Académico

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¿Cusco, el Perú y cebiche?

Hoy Carmencita estrena nueva sección: los gramavídeos. Para eso, nos envía un precioso vídeo desde un lugar insuperable, Machu Picchu, con tres jugosas preguntas:

1. ¿Cómo se dice: Cusco o Cuzco?

Respuesta breve: Las dos están aceptadas, aunque la más usada es la segunda.

Efectivamente, aunque Cusco es el nombre oficial, fuera de la zona, lo más usual es encontrar Cuzco. Aun así, las dos formas están aceptadas. En cambio, aunque en el DPD se admite cuzqueño y cusqueño, veo que ni en el anterior ni en el nuevo Diccionario se recoge cusqueño. Preguntaré por qué.

Ahora bien, ¿de dónde viene la doble posibilidad Cuzco-Cusco? En zonas seseantes, es decir, aquellas en las que se pronuncia el sonido interdental de la z como una s, la gente tiene los mismos problemas con la ortografía que en España tenemos con la b y la v. Por eso, no es raro encontrar consejos o apuntes ortográficos como el siguiente en sitios como Instagram:

2015-04-13 11.37.37

Cuando llegó al español el nombre de la ciudad que en quechua se llamaba algo así como Qusqu, la gente dudó si escribirlo con z o s. De ahí que en textos del siglo XVI se puedan encontrar las dos variantes (incluso en un mismo autor). Antiguamente había muchos más casos de Cuzco (cronistas como Bartolomé de las Casas o Fernández de Oviedo se encargaron de subir el número de ejemplos). Ahora veo, por ejemplo, que en el CREA hay más o menos el mismo número de casos (512 casos de Cuzco en 127 documentos  y 401 casos de Cusco en 161 documentos), claro que de estos últimos 376 son de obras peruanas. Y en el CORPES hay 327 casos de Cuzco en 123 documentos frente a 402 casos de Cusco en 240 documentos, es decir, más, aunque de ellos 315 son de Perú y solo 5 de España.

Para entender el seseo y por qué se usó la z para transcribir la s del quechua, hay que tener en cuenta que en aquella época la z aún no representaba (o, al menos, no de manera general) nuestro sonido de la z actual, sino algo como ds.

La confusión ha llegado hasta hoy. Se quejaba Lázaro Carreter en El dardo en la palabra de que apellidos de futbolistas como Valdez n_valencia_historicos-40914y Ozorio se pronunciaran tal cual y no [Valdés] y [Osório] con s. La escritura con z de apellidos como Valdés podría explicarse por ultracorrección (de la que ya hablaré). Aquí la ultracorrección nacería a partir de un intento de no caer en el error de confudir la s y la z. De esta manera, considerando un error escribir Valdés con s porque no se ajustaría al modelo de otros apellidos como Fernández, que sí que se escriben con z, se ultracorregiría y se escribiría Valdez. Entendiendo que es un caso de ultracorrección del que lo ha escrito, el que lo lee no debe caer en el error y debe pronunciarlo con s, que es como en teoría lo pronuncia incluso el que lo escribe así.

Lo mismo pasa con el apellido de Hugo Chávez. Este apellido procede del portugués Chaves (que significa ‘llaves’), es decir, como el del exministro Manuel Chaves. Por tanto, si hacemos caso al ex director de la RAE, aunque se escriba Hugo Chávez, habría que pronunciarlo con s. No obstante, en este caso, curiosamente ni sus más allegados lo pronuncian así. En el siguiente vídeo, hacia el segundo 50, se puede escuchar unas cuantas veces pronunciado como z:

La confusión llega hasta las calles de Madrid. Hay una calle perpendicular a Arturo Soria cuyo nombre se puede ver escrito de las dos formas:

No he encontrado quién era el tal Eladio (si alguien lo sabe que nos lo cuente, por favor), pero sí que su apellido procede de la localidad de Jaén llamada Vilches. El nombre de esta parece que procede de la expresión latina in vilicis ‘en la villa’. Nuevamente nos encontramos ante una ultracorregida z, que muestra el afán de asemejar el apellido a otros terminados en -ez (terminación de la que también hablaré).

Lo mismo que hemos visto con Cuzco se puede aplicar a Nazca.

2. ¿Vengo del Perú o Vengo de Perú?

Esto es algo que me sorprendió cuando trabajé en la Gramática. Desde algunos países americanos pidieron expresamente que se nombrara a su país con el artículo delante, que es como frecuentemente se nombra a estos países en América. Uno de aquellos países fue precisamente Perú, que (salvo en el Prólogo) en la Gramática pasó a denominarse el Perú. Otros países fueron Argentina, Ecuador, Uruguay y Paraguay, que se denominan en esta obra la Argentina, el Ecuador, el Uruguay y el Paraguay.

eluruguay

Para liar más la cosa, una hablante ecuatoriana me asegura que ella diría Voy al Ecuador, con artículo, pero Vengo de Ecuador, sin artículo, siempre referido al nombre del país. A saber.

¡Ojo! En estos casos el artículo no forma parte del nombre oficial y no se escribe con mayúscula (el Perú), como sí ocurre en el caso de El Salvador.

3. ¿Cebiche o ceviche?

Esta pregunta también nos la hicieron desde el blog de crítica gastronómica Gourmeteo, en el que han optado por ceviche. (¡Muchas gracias por la mención!)

gourmeteo

¿Cómo es en verdad? La Ortografía de la RAE recomienda cebiche mejor que ceviche, aunque considera correctas ambas y las recoge en su Diccionario.

También existen y se aceptan las variantes sebiche y seviche, que son justo ejemplos que muestran la confusión de s y z de la que hemos hablado antes. Aquí también se prefiere sebiche a seviche.

Supongo que se prefieren las formas con b porque se acercan más a la etimología, bien sigamos la versión peruana de que cebichela palabra procede de cebo, o bien la de la RAE de que la palabra tiene el mismo origen que escabeche y procede del árabe sikbāǧ (con la que se denominaba al método de conservar carne en vinagre), aduciendo que a veces se usaba escabechar para referirse a una cocción del pescado en naranja agria.

Por lo tanto, para Gourmeteo: Podéis dejar la forma con v, que no está mal. Con más razón si queréis mantener la manera de escribirlo del sitio del que habláis (eso sí, CEVICHERÍA, a pesar de estar en mayúsculas, debería llevar tilde):

cevicheria-clandestina-

Y esto es todo. Quedo a la espera, Carmencita, de más preguntas desde lugares exóticos.

Bueno, antes de acabar me gustaría aportar un escalofriante dato. El nombre de Machu Picchu procede de machu, que significa ‘hombre viejo’, y pikchu , que significa ‘pico o montaña’. No sé a vosotros, pero a mí que machu (parecido a macho) se use para hombre viejo y pikchu (parecido a pico o a peak en inglés) se use para montaña me parece, cuando menos, inquietante. ¿Cuándo llegaron los europeos a América?

El Académico